Israelíes y palestinos se preparan para recibir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su primera visita a la región, aunque en las calles las expectativas de que se traduzca en avances para el proceso de paz no son demasiadas
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Israelíes y palestinos se preparan para recibir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su primera visita a la región, aunque en las calles las expectativas de que se traduzca en avances para el proceso de paz no son demasiadas.
Obama, quien inició en enero pasado un segundo mandato de cuatro años, llegará mañana miércoles a mediodía a bordo del avión Air Force One.
Si bien en las pistas del aeropuerto Ben Gurión se encuentra desde ayer otro Boeing Jumbo similar que trajo los equipos de seguridad y los vehículos que utilizará en sus desplazamientos, principalmente helicópteros y limusinas blindadas.
Como preámbulo, el secretario de Estado, John Kerry, llegó este martes a Israel para ultimar los detalles de una visita que sin despertar expectativas puede abrir la senda de la paz este mismo año.
"Estamos dispuestos a concesiones históricas", aseguran hoy los portavoces del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en consonancia con el discurso que dio ayer lunes en el parlamento al inaugurar su legislatura.
El mensaje fue bienvenido por Kerry y es visto como posible signo de apertura.
Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores enumeraron en tres los asuntos en la agenda de Netanyahu con Obama: el proceso de paz con los palestinos, los problemas que ocasiona la guerra civil en Siria y el programa nuclear de Irán.
"El orden es irrelevante", agregaron las fuentes al destacar la importancia de los tres, pero poniendo a Irán en el centro de las discusiones por la preocupación que genera en este país.
Obama pasará en Israel la mayor parte del tiempo de las escasas 48 horas que estará en la zona -de miércoles a viernes a mediodía-, aunque tendrá dos desplazamientos a Palestina, el primero el jueves para una entrevista con Mahmoud Abbas en Ramala, y el segundo el viernes por la mañana a Belén para visitar la Basílica de la Natividad.
"Es una oportunidad para que vea los asentamientos y el muro de segregación", indican portavoces palestinos, que a diferencia de los israelíes mantiene un relativo silencio sobre la llegada de Obama.
En la calle, la población de Ramala no se muestra particularmente expectante y son pocos los que dan la bienvenida al presidente estadunidense.
Rauf, comerciante en la popular plaza Al Manar, dice que Obama "no hará nada por los palestinos".
"Le damos la bienvenida como a cualquier invitado, pero nada más", asegura poco convencido de que esta visita pueda generar a medio plazo un comienzo del proceso negociador.
Los palestinos quieren que Obama presione a Israel a que interrumpa la construcción en los asentamientos como condición para reanudar el proceso de paz, y hoy salieron a las calles de Ramala a manifestarse contra la visita.
A unas pocas decenas de kilómetros, en el aeropuerto Ben Gurión, la alfombra roja está ya lista para recibirlo y no lejos de allí una batería de misiles Iron Dome que EUA ayuda a financiar para Israel como parte del programa de defensa estratégica que desarrolla el país.
En Jerusalén, cientos de banderas adornan las calles, a la vez que grandes carteles callejeros anuncian la visita como si de un festival se tratara.
Israel recibe a Obama bajo el lema de la "Alianza inquebrantable" y espera que su visita se convierta en un ejemplo más de las relaciones entre los dos países.
Desde Richard Nixon, casi todos los presidentes estadunidenses visitaron Israel, algunos hasta dos y tres veces.
Los israelíes de a pie ven la visita como una estupenda oportunidad para reafirmar esos lazos, pero a nivel práctico no creen tampoco en que vaya a resolver su conflicto con los palestinos.
"La cosa no es tan fácil. Ya lo intentaron otros y no tuvieron éxito, pero ojalá que sea un indicio de cambio", manifestó Nurit Lahan, residente de Jerusalén.
Quizás, la falta de optimismo se deba también a que la propia administración rebajó las expectativas del viaje y sólo espera los próximos dos días afianzar la influencia de Obama en la zona y con ello, en el futuro, poder tratar con las partes un proceso negociador.
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